Cemento: columna vertebral del desarrollo

Cemento: columna vertebral del desarrollo

CAMBIA EL CHIP 

Esta semana tuve el honor de asistir a la presentación de la nueva Junta Directiva de ADOCEM, presidida por Jorge David Pérez. Fue un encuentro revelador que nos invita a reflexionar —y a cambiar el chip— sobre lo que realmente representa la industria del cemento en la República Dominicana.

Porque más allá de ser un insumo de construcción, el cemento es una columna vertebral del desarrollo nacional. Está en nuestras escuelas, hospitales, viviendas y carreteras. En cada obra pública y privada que transforma la vida de las personas. Y detrás de cada saco de cemento hay una cadena de valor que emplea directamente a más de 30 mil dominicanos: canteras, ferreterías, transportistas, ingenieros y trabajadores de obra.

Durante su discurso, Jorge David Pérez fue enfático: la industria cementera no solo construye estructuras, también construye país. Es una industria nacional por excelencia, con operaciones locales, inversiones directas que este año superan los RD$26,000 millones y capacidad instalada que abastece al mercado interno y proyecta oportunidades de exportación.

Pero también es una industria que enfrenta desafíos. Las cifras actuales son un llamado de atención: el crecimiento del sector construcción ha sido negativo este año, y con él, las ventas locales de cemento han caído más de un 6 %. Altas tasas de interés, baja ejecución del gasto público y la incertidumbre fiscal son factores que impactan directamente en esta cadena. Y cuando la construcción se ralentiza, se pierde mucho más que cemento: se pierden empleos, dinamismo económico y oportunidades para miles de familias.

Por eso urge cambiar el chip. No podemos ver la industria del cemento solo como un actor económico. Debemos reconocerla como aliada estratégica del Estado en la creación de infraestructura, de empleos y de bienestar social. En momentos donde se habla tanto de reactivación económica, apoyar al sector construcción y, por ende, al sector cementero, es una medida inteligente y necesaria.

Otro punto fundamental del discurso fue la sostenibilidad. La industria del cemento ha hecho avances importantes en prácticas ambientales: reducción de emisiones, uso de residuos como fuente de energía, economía circular. Sin embargo, iniciativas como la modificación a la Ley de Residuos que busca imponer cuotas obligatorias sin un mercado estructurado pueden poner en riesgo este esfuerzo colectivo.

Aquí también debemos cambiar el chip: la sostenibilidad no se impone, se construye con diálogo, coordinación público-privada, reglas claras y visión compartida. La industria está lista para seguir invirtiendo, pero necesita confianza, estabilidad y condiciones técnicas viables. Lo contrario solo genera incertidumbre y frena el cambio que todos decimos querer.

Finalmente, destaco el llamado de ADOCEM a fortalecer la colaboración: entre industrias, con el Estado y con la sociedad. No hay desarrollo posible sin unidad. No hay sostenibilidad sin corresponsabilidad. Y no hay país que avance sin reconocer el valor estratégico de sus sectores productivos.

Desde Cambia el Chip, celebro este nuevo liderazgo, pero sobre todo, celebro que la industria del cemento no se conforme con ser fuerte: quiere ser útil, responsable e innovadora. De eso se trata el verdadero progreso.